jueves, 21 de noviembre de 2024

JUAN DE BORGOÑA

JUAN DE BORGOÑA es uno de los maestros más importantes que trabajan en España a comienzos del siglo XVI. Su aportación resultó decisiva en la introducción del renacimiento en Castilla, con su trabajo en Toledo, donde ciertamente modificó el clima estético de la ciudad.

La Sala Capitular de la Catedral de Toledo tras su meticulosa restauración para descubrir el legado de Juan de Borgoña. Un trabajo que han realizado el arquitecto conservador Jaime Castañón y el restaurador Antonio Sánchez.











 

miércoles, 20 de noviembre de 2024

PEDRO MACHUCA


LA VIRGEN Y LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

 María, ayudada por Jesús, alivia el dolor de las almas del purgatorio al apagar las llamas con la leche que mana de sus senos.

Realizada por Machuca durante su estancia en Italia -donde se ha adquirido esta tabla-, es pieza clave para conocer cómo transcurre su formación. Su interés por los efectos de luz, que intensifican el drama en la composición, es un claro eco de su estancia en Roma y de su paso por el taller de Rafael a partir de 1515-1516.

Influido por Leonardo, al que debe la compleja actitud de sus figuras, tampoco es ajeno al arte de Miguel Ángel, al que remiten sus formas amplias y los dos ángeles que sostienen un dosel sobre la cabeza de la Virgen.

jueves, 14 de noviembre de 2024

VICENTE MASIP, JUNTO A SU HIJO JUAN DE JUANES INTRODUCTOR DEL RENACIMIENTO ITALIANIZANTE EN ESPAÑA.


 Juan Vicente Macip, conocido como Vicente Macip, a veces transcrito Masip o Maçip (Andilla, ca. 1475-Valencia, 1545) fue un pintor renacentista español, padre del famoso pintor Vicente Juan Macip, más conocido como Juan de Juanes.

El Museo del Prado posee, entre otras, dos pinturas suyas de formato circular, representando la Visitación y el Martirio de Santa Inés, ejecutadas para la capilla de santo Tomás de Villanueva en el convento de San Julián de Valencia, probablemente por encargo del venerable Juan Bautista Agnesio. Especialmente en la segunda de ellas, el escenario renacentista en que se desarrolla la acción muestra obvias influencias de los cartones de los Hechos de los Apóstoles de Rafael, que pudo conocer a través de estampas. Eclipsado un tanto por la fama exorbitante de su hijo, de estilo más emotivo y dulzón, pero sin duda mejor dotado, los expertos dudan en la atribución de algunas obras entre padre e hijo, especialmente de aquellas que se habían atribuido al Macip maduro.



jueves, 7 de noviembre de 2024

ANTONIO MORO


 "Perejón, bufón del conde de Benavente y del gran duque de Alba" de Antonio Moro.


Las dudas existentes sobre la datación de este retrato se incrementan tras la identificación del personaje, documentado en las cuentas del entonces príncipe Felipe desde 1544 como Pero Hernández de la Cruz, llamado Perejón, uno de los dos Pericos que le sirvieron como bufón.

El inventario del Alcázar de Madrid de 1636 lo corrobora al mencionar el defecto físico que le aquejaba: otro retrato de cuerpo entero de Pejerón, un loco manco, vestido a la antigua. Debido a su temprana relación con el príncipe Felipe, cabe pensar que Moro lo retratara durante su primer viaje a España en 1552, pero resulta más probable que lo hiciera en su segundo viaje entre 1559 y 1561.
Moro representa a Pejerón de cuerpo entero, a escala natural, en posición de tres cuartos, de pie ante un fondo oscuro, sin referencia espacial, como después Velázquez a Pablo de Valladolid. Al ocupar todo el espacio disponible en primer plano -hasta su pie derecho gira hacia el límite inferior del cuadro-, no se aprecia bien su estatura real. Sólo su cabeza grande, sus piernas cortas y su mano derecha deforme con la que sujeta la baraja, advierten de su ocupación, el oficio de burlas. Con su característica objetividad y su técnica minuciosa, el pintor flamenco muestra a Pejerón vestido como un cortesano: tabardo y gorra negros, jubón y calzas de seda blanca, zapatos acuchillados y espada al cinto.












martes, 5 de noviembre de 2024

PIETER BRUEGEL

 












PIETER BRUEGEL Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros

 

Bruegel fue conocido, entre otras cosas, por representar escenas de la vida cotidiana del pueblo flamenco. En este caso, un grupo de personitas se lo están pasando en grande en el río helado. Unos están patinando, otros juegan con unos palos a un pasatiempo que encantaba a los lugareños (una mezcla de Hockey y Golf)… Nuestra mirada se desliza por el cuadro sin rumbo fijo. Tonos blancos y dorados, muy Bruegel, cubren el óleo y le otorgan un carácter intimista. La bruma cohesiona todo, nuestros ojos siguen danzando sin obstáculos.

Debemos dedicarle tiempo y esmero para percibir dos detalles que no están en el centro del cuadro: la trampa de pájaros y el agujero en el agua helada que casi se está saliendo del cuadro en su parte baja. La quietud de la escena sería total si no fuera por esos dos detalles. Cuando todavía no hemos reparado en ellos, se puede escuchar el frío, el crujir de la nieve cayendo de las ramas, las risas de las personas cayéndose en el río congelado… Pero esta paz se ve perturbada por esos dos elementos que parecen susurrar: «cuidado, la vida es incierta. Cuando menos te lo esperas, ¡zás!, te caes por el hoyo o te pilla la trampa».

A modo de alegoría, Bruegel parece hacer una reflexión sobre la existencia. Desde esta nueva percepción, nuestra mirada encuentra nuevos indicios sobre el peligro que se cierne sobre nosotros: las dos urracas posadas en el árbol, el niño que espera sentado en una barcaza que no puede avanzar… ¿Querría el Viejo advertirnos o incluso compartir una cosmovisión pesimista del mundo? Nunca lo sabremos. Lo que si podemos asegurar es que cuando nuestra mirada vuelve a deslizarse por la obra, y comienza a reparar esas prendas rojas, tan típicas de los artistas flamencos, cuando percibe el paisaje del fondo, lleno de esperanza ante una posible primavera o se detiene ante los dos pájaros que escapan de la trampa y que vuelan libremente, la música alegre vuelve a escucharse de fondo, y reaparece el carácter divertido del artista. Entonces, Bruegel se ríe con nosotros y parece decirnos: «la vida merece la pena a pesar de las amenazas».