lunes, 22 de mayo de 2023

ARQUITECTURA CISTERCIENSE -- CUADRO MONÁSTICO

  • los monasterios Cistercienses se ajusta a un plan que se repite en todos ellos, donde todo se ajusta a las necesidades de la comunidad, nada es superfluo y nada está fuera de lugar. 

  • La palabra que define a la arquitectura del Cister es "austeridad", nada debe distraer la atención de los monjes de sus obligaciones, el trabajo y la oración. 

  • No hay que confundir austeridad con falta de medios, pues la mayor parte de los monasterios suponen un despliegue de medios impresionante, sobre todo teniendo en cuenta , el entorno donde se desarrollaron.

  • Muchas iglesias, son mas grandes que catedrales. La construcción y el trabajo de la piedra hacen pensar que se debería disponer de abundante mano de obra y además cualificada por lo que debió ser asalariada 

  • Precisamente el abandono de los decorados y adornos, convierte a la arquitectura cisterciense en la visión de una limpieza constructiva incomparable, que se une de forma indisoluble a una distribución espacial que responde estrictamente a su funcionalidad".

  • El monasterio se forma por el llamado "cuadro monastico", compuesto por, la iglesia, el claustro, la sala capitular, el refectorio, la cocina, la sala de los monjes y el dormitorio, completa la estructura la Cilla o almacén. 

  • El estilo cisterciense, es una transición del románico al gótico y en el se empiezan a experimentar las posibilidades de unos elementos, como las bóvedas de crucería, que al ser utilizados en los refectorios y en las salas capitulares, permiten obtener amplios espacios diáfanos que facilitan la vida de los monjes.

  • La reforma cisterciense, reniega de las recargadas abadías cluniacenses, donde se adornaban con profusión los capiteles tanto de los claustros como de las iglesias, por tanto, en las abadías del cister los adornos se limitan a motivos vegetales y geométricos, evitando la figura humana que distraería a los monjes de sus obligaciones y sobre todo de la mas importante, la meditación y el rezo. 

  • Solo en aquellas abadías, donde se realizaron reformas o se sustituyeron claustros, se pueden observar figuras humanas.

  •  La práctica totalidad de los monasterios, comenzaban por la construcción de la iglesia y por la parte oriental donde se situaría el altar, despues seguirá el claustro y posteriormente el resto de las estancias. 

  • Existe otra serie de estancias como el calefactorio, que se situaba en la vecindad de la cocina y que era una sala donde se mantenía una chimenea encendida durante el invierno y en donde permitían estar a los monjes enfermos. 

  • Dependiendo de la ocupación de los monjes, existían salas de escritura o scriptorium, donde los monjes mas letrados transcribían y copiaban libro

  • En los monasterios existía otra zona , la dedicada a los conversos, que normalmente era un edificio de forma rectangular dividido en tres pisos, uno semienterrado que era la bodega, otro intermedio, donde se situaba el refectorio y por ultimo otro mas elevado donde se localizaba el dormitorio. 

El claustro

El claustro cisterciense es el eje de la vida de la comunidad, sirve de zona de meditación y lectura, pero también sirve para estructurar la vida de los monjes y comunicar las diferentes estancias del monasterio. A su alrededor se abren las entradas a las distintas habitaciones, y se comunica directamente con la iglesia normalmente a través de una puerta por la que solo los monjes acceden directamente a ella.

El claustro tiene estructura rectangular, mas o menos regular, y esta compuesto por cuatro galerías o pandas. 

En la panda este, suele situarse la sala capitular, el armarium, el locutorio y la sala de los monjes. 

La norte está adosada a la pared de la iglesia.

En la sur se suele situar el refectorio y la cocina, 

El dormitorio o sala de los monjes, suele estar en un piso elevado una planta por encima del claustro encima de la sala capitular y suele tener una escalera que conduce a este o a veces directamente a la iglesia.

Los claustros iniciales, son de estilo románico con arcos de medio punto, que se asocian en grupos de tres, formando un ventanal que se abre al jardín central. 

El claustro tiene pues una concepción simbólica, como una ciudad sólidamente afincada, en la que el monje junto con sus hermanos, puede realizar su identificación interior, es por tanto el claustro un paraíso en la tierra. 

Al mismo tiempo el claustro es la representación simbólica de Jerusalén, su fuente de agua en el centro y los cuatro ríos que parten de ella, que representan la verdad, la caridad, la fortaleza y la sabiduría. Por tanto el claustro tiene una función utilitaria, pero también simbólica.

Una construcción característica de los claustros del cister es el templete o lavatorio, cubriendo una fuente de agua, que tiene por un lado una función práctica, la de servir a los monjes para lavarse las manos y la cara antes de entrar al refectorio, pero de nuevo tiene un significado simbólico, pues tienen su modelo en el llamado "mar de bronce", la pila situada en el atrio del templo de Salomón. También se identifica con la fuente de la vida


La cocina

La cocina es un lugar importante dentro del monasterio, en ella se prepara la comida de la comunidad, se sitúa en una de las pandas del claustro en el espacio contiguo al refectorio, con el que comunica a través de una ventana que permitía pasar los platos y la comida. 

Las cocinas podían tener una chimenea central evacuando el humo a través de un orificio en el centro del techo de a habitación, o presentar una estructura de chimenea adosada a la pared. En muchas el agua canalizada corría a través de conducciones que permitían utilizarla para la elaboración de los alimentos y para el fregado de los utensilios.

La comida en los monasterios

"Sírvanse los hermanos unos a otros, de tal modo que nadie se dispense del trabajo de la cocina, a no ser por enfermedad o por estar ocupado en un asunto de mucha utilidad"

"Nos parece suficiente que en la comida diaria, ya se sirva ésta a la hora sexta o a la hora nona, se sirvan en todas las mesas dos platos cocidos a causa de las flaquezas de algunos, 2 para que el que no pueda comer de uno, coma del otro. 3 Sean, pues, suficientes dos platos cocidos para todos los hermanos, y si se pueden conseguir frutas o legumbres, añádase un tercero.

4 Baste una libra bien pesada de pan al día, ya sea que haya una sola comida, o bien almuerzo y cena. 5 Si han de cenar, reserve el mayordomo una tercera parte de esa misma libra para darla en la cena.

6 Pero si el trabajo ha sido mayor del habitual, el abad tiene plena autoridad para agregar algo, si cree que conviene, 7 evitando empero, ante todo, los excesos, para que nunca el monje sufra una indigestión, 8 ya que nada es tan contrario a todo cristiano como la glotonería, 9 como dice el Señor: "Miren que no se graven sus corazones con la voracidad". 10 A los niños de tierna edad no se les dé la misma cantidad que a los mayores, sino menos, guardando en todo la templanza.

11 Y todos absténganse absolutamente de comer carne de cuadrúpedos, excepto los enfermos muy débiles."

Estos dos párrafos de la Regla de San Benito, recogen como debe ser la comida del monasterio y su reparto, la totalidad de las actividades de la comunidad están recogidas en la regla y por tanto a ella se ajusta toda la actividad del cenobio. 

En general los monjes comen dos veces al día una sobre las tres de la tarde y otra despues de vísperas, quedando a criterio del abad el realizar épocas de ayuno durante el verano, en las que solo se sirve una comida o durante la cuaresma cuando esto se convierte en norma.

"En Cuaresma, hasta Pascua, coman a la hora de vísperas. 8 Las mismas Vísperas celébrense de tal modo que los que comen, no necesiten luz de lámparas, sino que todo se concluya con la luz del día. 9 Y siempre calcúlese también la hora de la cena o la de la única comida de tal modo que todo se haga con luz natural."

La bebida en los monasterios

"Cada cual ha recibido de Dios su propio don, uno de una manera, otro de otra", 2 por eso establecemos con algún escrúpulo la medida del sustento de los demás. 3 Teniendo, pues, en cuenta la flaqueza de los débiles, creemos que es suficiente para cada uno una hemina de vino al día. 4 Pero aquellos a quienes Dios les da la virtud de abstenerse, sepan que han de tener un premio particular.

5 Juzgue el superior si la necesidad del lugar, el trabajo o el calor del verano exigen más, cuidando en todo caso de que no se llegue a la saciedad o a la embriaguez. 6 Aunque leemos que el vino en modo alguno es propio de los monjes, como en nuestros tiempos no se los puede persuadir de ello, convengamos al menos en no beber hasta la saciedad sino moderadamente, 7 porque "el vino hace apostatar hasta a los sabios".

8 Pero donde las condiciones del lugar no permiten conseguir la cantidad que dijimos, sino mucho menos, o nada absolutamente, bendigan a Dios los que allí viven, y no murmuren. 9 Ante todo les advertimos esto, que no murmuren.

De nuevo la regla de San Benito intenta establecer el delicado equilibrio entre la satisfacción y el pecado en relación con la bebida. 

La hemina es una medida romana equivalente a medio sextario , es decir aproximadamente 750 ml. El cultivo de la vid en los monasterios debió ser muy frecuente, como atestiguan los adornos vegetales de hojas de parra muy habituales en los claustros del cister. El vino además de para el consumo propio era una mercancía muy apreciada y daba buenos beneficios a los monasterios. En algunos se conservan lagares y bodegas, e incluso siguen en la actualidad fabricando vino.


El refectorio

El refectorio es la sala donde se realizan las comidas de la comunidad, suele ser una sala grande donde se situaban los monjes en bancos corridos adosados a la pared, con las mesas delante de ellos. 

Suelen ser estancias bien iluminadas, para lo que con frecuencia tenían ventanas en la pared del fondo y ocasionalmente en las paredes laterales.

 Una construcción característica del refectorio, es el púlpito, desde donde uno de los monjes lee al resto de la comunidad mientras los demás comen. 

Este púlpito puede ser desde una pequeña plataforma saliente , hasta un elaborado dispositivo con una escalera incluida en la pared para ascender hasta el. En general los refectorios que han llegado hasta nuestros días son de estilo gótico, con bóvedas de crucería, lo que permite conseguir grandes espacios diáfanos para alojar a toda la comunidad, menos frecuente es la estructura con bóvedas de cañón apuntadas, que aparece en algún monasterio. 

La entrada al refectorio se hace desde el claustro y enfrente de ella, se sitúa el lavatorio, una estructura techada que contiene una fuente de agua donde los monjes podían lavarse antes de entrar al refectorio. Una ventana comunica el refectorio con la cocina, permitiendo el paso de la comida y los platos a través de ella

La actividad del refectorio también está organizada en la Regla de San Benito

En la mesa de los hermanos no debe faltar la lectura. Pero no debe leer allí el que de buenas a primeras toma el libro, sino que el lector de toda la semana ha de comenzar su oficio el domingo. 2 Después de la misa y comunión, el que entra en función pida a todos que oren por él, para que Dios aparte de él el espíritu de vanidad. 3 Y digan todos tres veces en el oratorio este verso que comenzará el lector: "Señor, ábreme los labios, y mi boca anunciará tus alabanzas".

4 Reciba luego la bendición y comience su oficio de lector. 5 Guárdese sumo silencio, de modo que no se oiga en la mesa ni el susurro ni la voz de nadie, sino sólo la del lector.

6 Sírvanse los hermanos unos a otros, de modo que los que comen y beben, tengan lo necesario y no les haga falta pedir nada; 7 pero si necesitan algo, pídanlo llamando con un sonido más bien que con la voz. 8 Y nadie se atreva allí a preguntar algo sobre la lectura o sobre cualquier otra cosa, para que no haya ocasión de hablar, 9 a no ser que el superior quiera decir algo brevemente para edificación. 10 El hermano lector de la semana tomará un poco de vino con agua antes de comenzar a leer, a causa de la santa Comunión, y para que no le resulte penoso soportar el ayuno.

11 Luego tomará su alimento con los semaneros de cocina y los servidores. 12 No lean ni canten todos los hermanos por orden, sino los que edifiquen a los oyentes.



Sala capitular

La sala capitular es la estancia en la que se reúnen todos los monjes (capítulo) a diario bajo la dirección del abad. 

Los monjes se sitúan a su alrededor según su grado de importancia, 

En esta reunión se distribuyen las actividades del día, se produce la confesión pública de las faltas cometidas por cualquiera de ellos y se exponen problemas o proyectos que el abad quiera comunicar a los demás miembros de la comunidad.

Arquitectónicamente es una sala amplia, cubierta con bóvedas de crucería que se sujetan sobre varias columnas centrales y las demás truncadas, adosadas a los muros. 

Se accede a ella desde el claustro a través de una portada, situándose a ambos lados de la misma una o dos ventanales que permiten la visión desde fuera. 

En la parte externa de estos ventanales se situaban los novicios, que podían de esta manera asistir al capítulo, sin participar en el, pues solo cuando se convirtieran en monjes, podrán situarse en la parte interna de la estancia y participar en las reuniones. 

En la pared del fondo se suelen situar ventanas que proporcionan luz adicional a la estancia además de la que procede del claustro. En alguna sala capitular existen enterramientos de abades bien en el suelo, bien en las paredes


El dormitorio

El dormitorio, es un espacio diáfano, en algunos monasterios de gran tamaño, lo que nos da una idea de la importancia numérica de la comunidad de monjes que lo habitaban. 

En muchos monasterios la sala está situada en un piso superior sobre el claustro y tiene una escalera que accede directamente a la iglesia. 

La arquitectura predominante, es la de un gran espacio rectangular cubierta por un techado con vigas de madera, sustentados por arcos de diafragma. 

Los monjes dormían cada uno en un catre en el dormitorio común. También la disposición de los dormitorios está determinado por la Regla de San Benito:

1 Duerma cada cual en su cama. 2 Reciban de su abad la ropa de cama adecuada a su género de vida. 3 Si es posible, duerman todos en un mismo local, pero si el número no lo permite, duerman de a diez o de a veinte, con ancianos que velen sobre ellos. 4 En este dormitorio arda constantemente una lámpara hasta el amanecer.

5 Duerman vestidos, y ceñidos con cintos o cuerdas. Cuando duerman, no tengan a su lado los cuchillos, no sea que se hieran durante el sueño. 6 Estén así los monjes siempre preparados, y cuando se dé la señal, levántense sin tardanza y apresúrense a anticiparse unos a otros para la Obra de Dios, aunque con toda gravedad y modestia. 7 Los hermanos más jóvenes no tengan las camas contiguas, sino intercaladas con las de los ancianos. 8 Cuando se levanten para la Obra de Dios, anímense discretamente unos a otros, para que los soñolientos no puedan excusarse.


La iglesia

Las iglesias del Cister, tienen planta de cruz latina. La cabecera, se sitúa al este por donde sale el sol, la luz naciente como representación de Cristo. La planta de la iglesia puede corresponder a varios tipos:

  • Modelo de planta con cabecera recta y formas rectilíneas, es la llamada planta bernarda, por ser la preconizada por el propio santo, ajustándose a su plan de sencillez y austeridad, además este tipo de planta era mas económica a la hora de construirse. Podemos encontrar diversas iglesias con esa construcción, con diferentes números de capillas en la cabecera, como Valbona de las monjas, Santa María de Rueda.
  • Iglesias con girola o con deambulatorio en la cabecera, están inspiradas en la ampliación de Clairvaux III, que se lleva a cabo a la muerte de San Bernardo, aunque parece responder mas a una cuestión práctica de amplitud del espacio interior, que a una cuestión ideológica de oposición a las ideas estéticas del santo. El deambulatorio se comunica con el presbiterio, por pequeños arcos que dan una gran esbeltez al conjunto. Podemos encontrar este tipo de iglesia en Veruela, Gradefes, Poblet, Fitero. En el deambulatorio se abrirán diferentes capillas, que permitirán a los hermanos decir y acudir a misas, por lo que el aumento de integrantes de las comunidades, obligará a buscar nuevos espacios y soluciones arquitectónicas que lo permitan.
  • Iglesias de ábside poligonal, que pueden adoptar distintas formas, ábside central de cinco paños, como ocurre en el monasterio de Piedra, ábside central de tres paños y capillas laterales como en Bonaval , o ábside central de cinco paños y dos capillas laterales como en Cañas. Este modelo se vincula a un modelo castellano inspirado en el monasterio de las Huelgas
  • Iglesias románicas de ábsides semicirculares, probablemente responden a la actividad de mano de obra local, o a la construcción antes de que se formara la comunidad, o de que esta se adscribiera a la orden. Son muestras los monasterios de Monsalud, Sandoval.

En los extremos del transepto podemos encontrar dos puertas una que da al cementerio y otra que da a la sacristía. La estructura mas frecuente es la de basílica de tres naves, la central mas alta,normalmente de ocho tramos, lo que permite abrir ventanas en la zona que sobresale, para mejorar la iluminación.

En la pared que da al claustro se abren dos puertas, una cercana a la cabecera, por donde entran los monjes y otra en la parte opuesta por donde entran los conversos, y que no da al claustro sino al llamado pasillo de los conversos, de esta manera no existe contacto entre monjes y conversos. 

Para evitar este contacto la nave central de la iglesia estaba dividida en dos partes , en la anterior próxima al transepto se situaba el coro de los monjes, un muro separaba esta zona de la de los conversos que quedaban de esta manera aislados de la comunidad religiosa. Este muro no se conserva en los actuales monasterios, habiendo sido sustituido en aquellos que conservan comunidades de religiosos/as, por una verja o por un cristal.

Las naves pueden estar cubiertas por bóvedas de cañón que suelen estar sostenidas por arcos apuntados, o por bóvedas de crucería con sus correspondientes arcos ojivales. 

La nave central se comunica con las laterales con arcos de medio punto y las columnas que sustentan los arcos fajones suelen estar truncadas en la base descansando sobre ménsulas, siendo este elemento característico de las iglesias del Cister.

En el extremo occidental de la iglesia se sitúa otra portada de acceso a la iglesia desde el exterior, que en principio no tiene una gran importancia dado que es una puerta de acceso para los legos, sin embargo algunas iglesias tienen una belleza especial , como ocurre en Veruela donde una portada románica de bellos arcos y capiteles conduce a la nave principal de la iglesia.

Es frecuente que los monasterios cistercienses sean utilizados como panteón de las diferentes casas reales, como ocurre en las Huelgas, Poblet, Santes Creus, Alcobaça, o por familias ilustres que contribuyeron con donaciones a la construcción de los monasterios, Gradefes, Sandoval.


Sala de los monjes

En muchos monasterios cistercienses, esta estancia estaba dedicada a los trabajos y al desarrollo intelectual de los monjes, también se denomina scriptorium, en el que los monjes copiaban manuscritos y escribían textos sagrados. 

La sala solía ser un espacio rectangular con bóvedas de crucería, con columnas centrales, de las que parten los arcos fajones, con mucha frecuencia con perfiles achaflanados o de sección prismática, que proporcionan una imagen como de ramas de palmeras que sustentan la bóveda. Esta imagen es muy repetida en los distintos monasterios y puede encontrarse en otras estancias como el dormitorio de conversos. 

Normalmente la sala de los monjes se encuentra en un extremo del claustro. con acceso directo desde este. Suelen ser habitaciones sencillas poco adornadas y con capiteles lisos en las columnas centrales. Los arcos se apoyan en los muros, descansando en ménsulas que cierran estos a media altura de la pared, dejando el espacio inferior diáfano para facilitar la ocupación de los espacios por los monjes.

Todos los monasterios tenían una dotación mínima de libros que eran transportados por el grupo fundador y que se elaboraban en el scriptorium del monasterio fundador o casa madre o incluso eran de la casa fundadora original como Claraval o Morimond y se habrían transportado en el momento de la fundación. 

Entre los libros imprescindibles estaban, La Regla de San Benito, los libros para la liturgia de la misa, el Misal, los Santos Cuatro Evangelios, el Gradual, el Leccionario y el Manual de Oraciones, los libros para la liturgia de las horas: el Himnario, el Salterio y a estos, se podían añadir otros como los Sermones y Epístolas de San Bernardo, y el Exordium Cistercienses Coenobi. 

Cuando los abades de las casas madres visitaban las nuevas fundaciones, podían detectar carencias en las bibliotecas, y mandar cubrirlas por medio de la censura pastoral. Esto tenía implicaciones económicas pues el encargo de los nuevos libros, debía realizarse a la casa madre, con el consiguiente circuito económico. También podía ocurrir que en los viajes de los abades al capítulo general de Cister anual, trajeran con ellos nuevos libros que se incorporarían a la biblioteca del monasterio. También los monasterios, tenían derecho a enviar a uno de sus monjes, cada cierto tiempo, a estudiar al colegio de San Bernardo en la Universidad de París, que se funda en el siglo XIII.

Una máxima de San Bernardo decía "Mas se aprende en los bosques que en los libros. Los árboles y las rocas te enseñarán cosas que no aprenderás en otros lugares". Esto puede hacer pensar que los cistercienses despreciaban el conocimiento escrito, sin embargo la realidad es bien distinta. De los libros originales que llegaron a los monasterios con sus fundadores se tuvieron que realizar copias.

La Regla de San Benito, recomienda leer a diario y dedicar todo el domingo a hacer la Lectio Divina, consistente en recitar y memorizar el contenido de los libros que componen la Biblia, incluyendo los libros que conducen o se derivan de ella.

 Cada fraile debía recibir un volumen y leerlo, por tanto debía existir un taller de elaboración de escrituras, que en algunos monasterios consiguieron gran actividad para abastecer, al monasterio, las granjas de hermanos legos y las parroquias dependientes del monasterio. 

Ademas de los libros litúrgicos, en cada monasterio existían libros administrativos, en los que se recogían las cuentas, los contratos, donaciones y demás documentación, estos eran el libro de Bolsería con la contabilidad oficial del monasterio, el libro Cartulario o Tumbo o Becerro donde se recogían los datos de interés en la historia del monasterio, así como sus privilegios, donaciones, escrituras y pertenencias

Inicialmente estos libros estaban escritos en pergamino y posteriormente en papel. Los Institutia prohibieron los libros lujosos e impusieron evitar las miniaturas para que los monjes no se distrajeran. Solo se permitía el ornato en las mayúsculas capitales de inicio de párrafo.

En los monasterios existían tres cargos monásticos que se relacionaban con los libros, el chantre, el monje notario y el cillerero

El chantre debía velar por la conservación de de libros y documentos , custodiaba la llave del armarium que normalmente estaba situado en el claustro cerca de la entrada a la iglesia, y era el responsable del scriptorium

El notario trabajaba en el scriptorium que estaba encargado de redactar testamento en caso de que algún visitante, enfermase en el monasterio y quisiese hacer testamento, también se encargaba de redactar acuerdos con los habitantes que pagaban impuestos a las abadías, o recogía el testamento de nobles que acudían a ellos para este servicio.

Por ultimo el cillerero, bajo cuya responsabilidad estaba la administración de las provisiones y bienes almacenados o producidos por la abadía, escribiría las cuentas en el Libro de Bolsería y el Libro de Apeos (registro universal de las propiedades del monasterio)



La cilla

La cilla o despensa del monasterio, es el sitio donde se guardaban los alimentos necesarios para la vida de la comunidad, dependiendo de cada monasterio, este se encontraba en una de las estancias del claustro o en otras ocasiones en un edificio apartado del resto de las habitaciones. En esta zona, también se podía encontrar el lagar en el que se elaboraba el vino en aquellos monasterios que tenían viñedos.

A partir del siglo XIV, la aparición de abades comendatarios y la decadencia de la orden es evidente y se intenta retornar al buen camino mediante una reforma, que impulsa el papa Benedicto XII (1334-1342), antiguo monje cisterciense, con su bula Fulgens sicut stella, de fecha 12 de febrero del año 1335, intenta una reforma de toda la iglesia, incluida las ordenes monásticas,su objetivo general será reducir el poder de los abades a la hora de manejar los bienes de la comunidad, y que recibirá la resistencia y el rechazo de los abades cistercienses, que consiguen que desaparezca la figura del tesorero (bursarius) creado por ella. En la constitución que rige esta reforma de hace una definición del cillero y de sus obligaciones y características:

Al oficio de cillerero toca recibir las rentas del monasterio, hacerse cargo de ellas, cuyo dinero meta en el arca de la comunidad. A él incumbe el cuidado de que el monasterio esté proveido de las cosas necessarias, y proveer de ellas a los religiosos... ni tenga más dinero de que estas Difiniciones le permiten (que es el que fuer necessario para el gasto de una semana). El cillerero dará qüentas de lo que recibiere y gastare de
quatro en cuatro meses, que son tres veces en el año; y si no diere qüentas haga seis días de culpa grave. Y manda el Capítulo, que ocho días antes que los Capitulares se partan al Capítulo General, el cillerero dé qüenta de loo que ha recibido y gastado para que se sepa lo que se recibe y gasta en el tiempo que huviere hasta la confirmación del nuevo abad. El oficio de cillerero vaque cada año, dadas las últimas qüentas, si al abad le pareciere, y si no proceda adelante con su oficio.

Las provisiones del monasterio provenían de las tierras que eran de su propiedad y que eran trabajadas inicialmente por los propios monjes, que cultivan los campos que rodean la abadía. Posteriormente cuando la abadía va creciendo gracias a las donaciones, se consiguen otras zonas de cultivo en ocasiones alejadas del monasterio. Para organizar estas tierras, los cistercienses construyen granjas, que trabajan y supervisan equipos de conversos, bajo la dirección del cillero de la abadía.

Algunos monasterios llegan a tener hasta cuarenta granjas a su servicio (Claraval). Cada cenobio tiene una actividad diferente que puede ser desde minas de sal (Balerene), herrerías (Fontenay), o cerámica para fabricar tejas y otros objetos (Chaalis).

Los conversos son mano de obra religiosa y gratuita pero en ocasiones insuficiente, por lo que los monjes contratan mano de obra asalariada, los mercenarii, que se emplean tanto en la recolección de las cosechas como en la construcción de las abadías. Cada granja esta dirigida por un converso nombrado por el abad, a propuesta del cillerero, que controlará la actividad de los conversos y mercenarii. El cillerero se ayuda por el maestro de conversos para , controlar y distribuir el trabajo y destinar el personal de las granjas. Esta organización permitió la colonización y explotación de vastas extensiones de tierra en toda Europa, sobre todo en la península Ibérica, donde el territorio recuperado durante la reconquista fue el gran beneficiado de la labor del CisteR


Zona de Conversos

Se denominaban conversos a los legos que ingresaban en la comunidad para ayudar a los monjes, supliéndolos en aquellas tareas que eran incompatibles con las observancias monásticas. 

No existía un criterio claro para su admisión, aunque se buscaban entre los grupos sociales mas desfavorecidos.

 Tras un año de formación, ingresaban en la comunidad con el compromiso de cumplir con los votos de pobreza, obediencia y castidad. 

Vivían separados de los monjes y compartían rezo en horas determinadas y debían asistir a misa los domingos y festivos. 

Muchos de ellos no vivían en el monasterio sino en las granjas, atendiendo al trabajo manual. No sabían leer y aprendían algunas oraciones de memoria. 

El cillerero, en representación del abad presidía el capítulo semanal de los conversos y les distribuía el trabajo en su locutorio. 

No podían acceder a la administración del monasterio, ni llegar a ser monjes. Vestían una túnica de color marrón, con esclavina encapuchada y escapulario, durante el oficio se cubrían con una capa.

Desde comienzos del siglo XIII la comunidad de legos, antes abundante disminuyó, debido al aumento del nivel económico del campesinado, el creciente atractivo de otras órdenes religiosas y a partir del siglo XIV la crisis demográfica. Como consecuencia, los abades se vieron obligados a contratar asalariados, y arrendar tierras y granjas.

Esta forma de organización tendrá su reflejo en la arquitectura de los monasterios, siendo necesario construir estancias reservadas para ellos, en las que poder desarrollar su trabajo, siendo de características similares a las de los monjes, construyéndose de manera simultánea, la sala de los monjes, la cilla y las salas de conversos. 

Se construía en la vecindad del claustro, en la zona occidental junto con la cilla y consistía en un corredor de conversos, que corría paralelo al claustro y tenía una entrada a la iglesia por la parte posterior. 

El domus conversorum estaba constituido por un edificio con dos pisos, el inferior como comedor y el superior como dormitorio. En algunos monasterios el domus conversorum se construyó junto con la cilla en una zona aislada del monasterio, sin contacto con el claustro, siendo esto algo independiente de la filiación del monasterio, o de su ajuste al modelo de su casa madre (Rueda, Sacramenia, Valbuena)

Con la reducción o incluso desaparición de los conversos también desaparecen sus estancias o son reconvertidas para otros usos






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