martes, 10 de octubre de 2023

PINTURA ITALIANA DEL DUOCENTO

 Tanto el duecento como el posterior trecento suponen en el arte italiano una bisagra. Es decir: el punto de encuentro entre el arte bizantino y el arte del Quattrocento (la consolidación del Renacimiento). Y la Toscana, con Florencia a la cabeza, antes secundaria, se convierte en el centro del incipiente humanismo.to de la Santa Cr

¿Por qué la ciudad toscana es sinónimo de humanismo?

Al inicio del siglo XIII (duecento) se consolidan y expanden órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos). Son órdenes mendicantes urbanas, en lugares con una mayor población (revolución social), y obviamente con mayor número de monasterios dotados de todo tipo de obras artísticas (pintura, escultura, mobiliario, objetos litúrgicos, etc.).

Surge además la escolástica: filosofía que pretendía unir la filosofía antigua con el cristianismo, de influencia aristotélica como principio de todo concepto filosófico, en detrimento del pensamiento platónico, imperante hasta ese momento. Una escolástica con san Tomás de Aquino a la cabeza y su obra Summa Teologica (compilación del saber teológico cristiano) como total referente.

Ya en el siglo XIV (el trecento) Roma vive un hecho sin precedente: el papado traslada su sede a la ciudad de Avignon (actual estado francés) en 1309 con Clemente V y no regresará hasta 1378 con Gregorio XI. Por lo tanto, Roma pierde la hegemonía artística en la época medieval siendo Florencia y Siena las que recojan el testigo.

La influencia bizantina en la pintura y el mosaico en la Italia del Duecento

La Toma de Costantinopla en la cuarta cruzada en 1204 supuso el final del Imperio Bizantino y la consolidación en el Mediterráneo de repúblicas como la veneciana o la genovesa, lo que trajo a territorio italiano numerosas obras de arte del período bizantino.

Por esto, la pintura del Duecento es sinónimo de arte bizantino. Pero, es un arte que comienza a humanizarse, no se adelanta al Renacimiento, que se consolida durante el Quattrocento, sino que se aleja de la idea medieval de presentación de imágenes, y comienza a representar dichas imágenes. En cualquier caso el camino es largo y comienza de una manera «a la griega», es decir, es un arte, la pintura y el mosaico, que muestra personajes y escenas donde predomina los frontales y la rigidez de las figuras. Los colores, por su parte, siguen siendo planos, y la composición es lineal, como muestran los pliegues de las vestiduras. Por último, no se debe olvidar al típico fondo dorado del arte bizantino, que perdurará hasta comienzos del siglo XV.

Los artistas toscanos

Destacan tres artistas, dos en la primera mitad de la centuria y el otro en la segunda. Bonaventura Berlinghieri inicia el camino. La tabla en la Basílica de San Francisco de Pescia (Toscana) fechada en 1235 podría pasar en su momento por una obra bizantina de varios siglos por plasmar al santo ocupando la parte central, de frente y con nimbo, con el libro y sus estigmas, más seis escenas de su vida a los lados. Una vida que terminó en 1226, tan sólo una década antes de realizarse la obra. Y ahí radica la novedad. Nunca antes, en el arte bizantino, se había representado a un santo al poco tiempo de fallecer.




Giunta Pisano es el otro artista importante de la época en Italia. Su trabajo: realizar crucifijos contorneados en maderas. Su arte vestía altares pero con vestimentas pensadas para exaltar las emociones de los fieles. Añadía las figuras de la Virgen y la de san Juan Bautista a los lados y coronaba su obra con un Pantocrátor. Las características seguían siendo bizantinas y la ciudad de Pisa aprovechó el talento de su ciudadano.




  • Margaritone d'Arezzo






  • JACOPO TORRITI


  • PIETRO CAVALLINI





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